“Coged las
rosas mientras podáis
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta...”
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta...”
Walt Whitman
Featuring: Rosana, Rony, Sandra, Nacho, Nuria, Tono.
|
El peligro de escribir sobre una
ruta por Asturias semanas después de haberla realizado, es que al revisar las
fotos en la cámara, ves que allí aparecen muchas imágenes con innumerables
verdes y pardos, amarillos y azules. Colores que inundan la geografía de esta
región. Así que mi primer consejo seria clasificar bien las fotos para evitaros
dificultades en la presentación de diapositivas que haréis a vuestros amigos
después de que estos ya no tengan excusas para aplazar más su visionado y tengáis que
amenazarlos con romper la amistad.
Otro consejo es llevar ropa cómoda
que podréis encontrar en alguna tienda del ramo, aunque debéis evitar en la
medida de lo posible acabar en esa cadena de tiendas con nombre de prueba de
atletismo, ya que estamos en contra de
sus bastones extensibles. Tampoco debéis ir en chándal ya que después hay que
parar a comer y esta es una prenda que solo recomendamos para practicas deportivas como el ajedrez.
Llegamos al lugar muy temprano, a eso de las doce
del mediodía. Al aproximarnos al inicio de esta ruta pasamos por Llanos, en el
concejo de Aller, lugar en el cual se celebraba el festival Parrilla Rock. Mientras desgranamos los recuerdos alcanzamos
el lugar en donde dejamos el coche a las afueras del pueblo El Pino, entre
Cabañaquinta y Felechosa . Aunque la gente de los pueblos suele ser generosa en
sus explicaciones hay que tener en cuenta dos cosas, la primera es que su
concepto de la distancia es diferente y lo que son 200 metros bien pudiera ser
un kilómetro. Otra es que siempre que se pueda se debe mantener una conversación con ellos ya que son la historia viviente de los lugares que
habitan.
Una vez atravesado el pueblo
subimos por una pista de tierra ligeramente pendiente. Esta primera parte es
menos atractiva, aunque al que le gusten los árboles más que las personas se
encontrara con amigos de diversas especies,
castaños, hayas y robles principalmente. A medida que la respiración se hace
mas regular, la mente se aclara y la conversación fluye liviana cual arroyuelo.
Acompañados por el
sonido de los pasos sobre las hojas secas y el alegre trinar de pájaros
que no pudimos identificar lo que tal vez fuesen aviones roqueros. Tampoco
divisamos mamíferos ungulados, quizás
nuestra charla les ahuyento.
El silencio y la espera suelen dar resultados así
que olvídate de ver nada si eres locuaz e impaciente como es mi caso.
| Primitivo Peralta se esconde entre el follaje. |
Por el camino alguna fuente. Sin renacuajos dentro, pudiera ser que la biodiversidad esta dañada y que haya demasiadas princesas y pocas ranas.
Enseguida aparece el río Aller con sus aguas de
cristal que nos envuelve como una canción de Fleet Foxes.
Esta parte es espectacular, ya que las montañas
serradas encierran el cauce del río y la senda discurre paralela a este.
Tras cruzar un puente es sentido de la ruta cambia
al margen izquierdo. También atravesamos una valla de madera que parece
dar entrada a un mundo mitológico ya en retroceso. Una pureza que el hombre ha
tratado de imitar y que se empeña en destruir, lenta e inexorablemente.
Al poco llegamos a la Majada del Fondil y su vega
en donde descansamos un rato. La ruta prosigue en dos direcciones para
finalmente llegar a les Foces del rio Aller, por ambos itinerarios no hay
menos de 3 horas hasta llegar a destino, si se va por Peña Redonda la ruta tiene fuertes pendientes
antes del descenso, se eleva casi 700
metros desde el punto donde nosotros regresamos. También se puede ir por la Campera de Caniella pero
la subida no se la salta un payo.
Nosotros estuvimos mas cerca del
paseo relajado entre amigos que de una seria caminata. En otra ocasión
abordaremos la ruta completa. Y quizás más adelante la cara oeste del Pico
Urriellu.
Hay que recorriendo los senderos para ir
conociendo mejor nuestra tierra, cuyos paisajes parecen encerrar un enigma que
se pierde en la memoria de nuestros abuelos.
Para comer fuimos hasta Ca’l Xabu
en Cuerigo. La decoración causa una muy
buena impresión, paredes cubiertas por utensilios de una antigua cocina
asturiana. Cucharas, potas, garcilles y una luz tamizada del exterior que ayudo
a esperar en paz la llegada de la
comida, que fue tan contundente como
bien elaborada.
Los primeros
fueron Fababa con su alegre compango y Arroz con un pitu de caleya increiblemente bueno. De segundo hubo lomo y picadillo
con patates y cabritu. Y Tarta de la guela. Y Frixuelos. Y la de su madre. Un
descubrimiento.
Un gran sitio al que volver y mas al descubrir allí a los hermanos Germán y Jaime, éste último que ha vuelto a sus raíces después de haber estado durante varios
años al frente del Cucu Rabucu (Xixón) en donde demostró que se debe ser original mezclando
los elementos de la tierra con ideas propias, sin dejarse llevar por ese
snobismo tan presente en la cocina, que en vez de ir a comer parece que vas mas
bien a mirar el plato. http://www.calxabu.com/